Hay muchos casos de productores que profesan la vitivinicultura heróica en la Argentina. Algunos con más y otros con menos espalda financiera. Pero, en todos los casos, su impacto en la industria es enorme: le agregan matices y color al vino. Abren puertas que nadie sabe si se cerrarán de un golpe o si quedarán abiertas por décadas, posicionando así nuevos y diferentes terroirs en el siempre complejo escenario del vino.
Carlos Gonak es el emprendedor chaqueño que se animó a hacer realidad este desafío, en media hectárea en un campo ubicado en Colonia La Matanza, en el departamento de Maipú, a unos 45 kilómetros de Presidencia Roque Sáenz Peña.
En 2016, Carlos adquirió de un viñedo de Mendoza unas 400 plantas. De eso, no quedó nada, luego de una helada fulminante. Más allá de rendirse, al año siguiente compró 800 nuevas plantas. En sus filas plantadas hay variedades como Moscatel Rosada, Malbec, Torrontés Riojano, Merlot, Bonarda y Cabernet Franc.
El lugar sorprende por las condiciones tan diferentes que se tienen en comparación con la región vitivinícola del país, la vendimia de este viñedo, bautizado "Finca Carlos I" arranca en la primera semana de diciembre con el Moscatel Rosado, sigue con el Torrontés y para los primeros días de enero del año siguiente ya se habrán levantado los últimos racimos de variedades tintas. En cambio en las otras regiones, la cosecha de las variedades blancas de uva se realiza a finales del mes de enero mientras que las variedades de uva tinta, se hace para finales de febrero.
La zona, en pleno monte chaqueño, tiene varias particularidades: en verano, la temperatura puede llegar a los 50 grados. Sin embargo, a lo largo del año, pueden suceder al menos un par de heladas. Y los vientos son constantes, del orden de los 20 kilómetros por hora, pero se registraron ráfagas de hasta 60 km/h. En cuanto a los suelos, son bien profundos, con contenido de arena.
Por el momento, en el viñedo están elaborando tres etiquetas: un Malbec, un Bonarda y un blend tinto. Para la próxima vendimia, esperan sumar el Torrontés, que requiere de un cuidado extremo antes, durante y después de la fermentación.
Lo interesante es que todo lo hacen en su garage, de manera artesanal, con tanques utilizados originalmente para la elaboración de cerveza.
En cuanto a las partidas, todo depende de cuánto el viñedo haya resistido las condiciones extremas del clima y del hambre de las aves: un buen año pueden sacar unos cientos de kilos de uva; otros años, en cambio, les alcanza para elaborar 50 0 60 litros de vino.
En este lugar donde parecía imposible producir vino, el resultado del blend (de Malbec, Bonarda, Merlot y Cabernet Franc) es un vino jugoso y bebible con toques especiados, sin taninos agresivos y con un nivel de alcohol equilibrado
Fuente: iPROFESIONAL - Por Juan Diego Wasilevsky
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