La circulación en los centros comerciales fue algo más reducida que en meses anteriores, y las compras, más medidas. Esta actitud del consumidor se enmarca en un escenario de ingresos limitados, mayor prudencia a la hora de gastar, y una creciente competencia por parte de los canales online y los formatos informales.
Entre los distintos rubros, algunos lograron sostenerse e incluso mostrar mejoras. Es el caso de la perfumería y la farmacia, que mostraron cierto dinamismo. Sin embargo, otros sectores clave como alimentos y bebidas, ferretería, indumentaria y calzado continúan enfrentando caídas en las ventas, márgenes ajustados y una rentabilidad cada vez más difícil de sostener.
La falta de crédito, la inflación acumulada y la baja en el poder adquisitivo explican parte de esta tendencia. A pesar de los esfuerzos por adaptarse —ya sea a través de promociones, ventas digitales o financiamiento—, muchos comercios optan por liquidaciones anticipadas o postergan inversiones ante la incertidumbre sobre el futuro.
Desde el sector comercial se señala que, más allá de la coyuntura, aún persiste la expectativa de una recuperación a mediano plazo. Algunos empresarios confían en que la situación mejorará hacia fin de año, mientras otros esperan señales claras de mayor previsibilidad y medidas que impulsen la demanda interna.
En este contexto, el pequeño comercio pyme continúa siendo un actor clave en la economía local, sosteniéndose gracias al esfuerzo diario, la creatividad y la cercanía con sus clientes. Pero necesita, más que nunca, un entorno más favorable que permita sostener el empleo, invertir y crecer.
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