De residuo agrícola a fuente de compuestos bioactivos

Una amplia variedad de especies de leguminosas es cultivada por medianos y pequeños productores, lo que las convierte en un pilar de las economías regionales. Por lo general las vainas de estas legumbres son usadas como abono orgánico o combustible pero mayoritariamente son desechadas.

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Otra alternativa para estas cáscaras, es que pueden ser fuentes de compuestos bioactivos, en particular compuestos fenólicos (CF) que han mostrado potenciales propiedades benéficas para la salud. Sin embargo, estos desechos no han sido aprovechados eficientemente porque están poco caracterizados y estudiados.

Hablar de compuestos bioactivos es hacer referencia a ciertas sustancias químicas que se encuentran en pequeñas cantidades en plantas y ciertos alimentos, cumplen funciones en el cuerpo que pueden promover la buena salud.

La estudiante de Bioquímica de la Universidad Nacional del Nordeste, Verónica Noemí Valenzuela, accedió a una Beca de Estímulo a las Vocaciones Científicas (EVC-CIN) proponiendo un plan de investigación en el que realizará la separación y caracterización de compuestos bioactivos presentes en extractos de una leguminosa en particular, la Mucuna pruriens también conocida como poroto terciopelo.

El impacto que pretende la becaria con su trabajo es el de proponer una opción para dar utilidad a los residuos agrícolas del Nordeste Argentino, mediante la obtención de compuestos bioactivos con alto valor agregado.

En ese sentido y ya más vinculado a nuevos conocimientos por obtener, Valenzuela evaluará la capacidad antioxidante de cada una de las fracciones obtenidas.  Se apunta a la obtención de extractos y/o fracciones que resulten de potencial aplicación en la industria alimentaria y farmacológica.

Según un informe de las Naciones Unidas, 140 billones de toneladas de biomasa se generan cada año a partir de la actividad agrícola, y si las mismas no son adecuadamente tratadas y dispuestas pueden causar daños permanentes al medio ambiente.

Los desechos agrícolas se descartaron principalmente en vertederos, y solo una pequeña cantidad se utiliza como fuente de bioenergía, biomateriales, abonos orgánicos (compost) y materia prima para la producción de fertilizantes. La acumulación de desechos conllevaba un alto riesgo para el medio ambiente y al mismo tiempo, se desaprovechan compuestos bioactivos.

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