El informe de CAME revela que, si bien hubo un leve crecimiento interanual en las ventas minoristas, el consumo mensual cayó, reflejando un escenario de consumo mínimo, altos costos fijos y márgenes muy ajustados. A su vez, datos de la UIA muestran una recuperación industrial dispar, con sectores particularmente afectados por la competencia extranjera y la inestabilidad previa.
El financiamiento sigue siendo una gran dificultad para las PyMEs. La suba reciente en las tasas y la baja en la rentabilidad llevan a que muchas empresas deban recurrir a capital propio para operar, lo que frena la inversión en tecnología, activos fijos y expansión. A esto se suma la escasez de mano de obra calificada, lo que limita la incorporación de innovación y la eficiencia en los procesos.
Desde el plano tributario y laboral, si bien el gobierno ha tomado algunas medidas como la baja temporal de retenciones y propuestas de reformas en la Ley Bases, los empresarios reclaman cambios más profundos. Entre ellos, eliminar impuestos distorsivos como Ingresos Brutos y el impuesto al cheque, además de simplificar el sistema tributario nacional.
Finalmente, el concepto de competitividad emerge como el nuevo gran desafío. Para lograrlo, las PyMEs deben incorporar tecnologías como CRM, ERP e inteligencia artificial, así como optimizar costos internos y procesos. El desarrollo del sector PyME es clave para la reactivación del país, ya que es el motor del empleo, la innovación y la mejora en la calidad de vida.