En enero-febrero, alrededor del 6% de las firmas del país tuvo facturación nula o mínima, con diferencias regionales relativamente acotadas (un mínimo del 4,4% en Santa Fe y un máximo del 10,8% en Tierra del Fuego). En abril, este indicador alcanzó el 25,9% en el promedio del país, aunque con brechas regionales mucho más marcadas. Tierra del Fuego, CABA, el conurbano bonaerense y Río Negro fueron los distritos más afectados, con más del 30% de las empresas con facturación nula/mínima.
Sin embargo, Jujuy, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe salieron relativamente menos afectadas, con menos del 20% de las empresas en esta condición en esa temporada.
¿A qué se debió este impacto desigual? En el caso de CABA y el conurbano bonaerense, a que los contagios fueron mayores allí desde el principio (y por ende las medidas de restricción fueron más profundas), a lo que se suma un menor peso relativo de actividades esenciales, como por ejemplo la agroindustria. En el caso de Río Negro, al elevado peso del complejo turístico en Bariloche y Las Grutas (donde el porcentaje de firmas con facturación nula/mínima rondó el 50%).
En Tierra del Fuego se dio la combinación más adversa: escaso peso de la agroindustria y alta dependencia de las industrias no esenciales –como la electrónica de consumo– y del turismo, y por ello fue la provincia con mayor porcentaje de firmas sin facturación en abril (38,6%). Por el contrario, en Jujuy, Entre Ríos, Misiones y Santa Fe, la afectación en abril fue más moderada producto de que hubo escasez de contagios (lo que permitió una reapertura más rápida) y de que las actividades agroindustriales tienen un peso significativo en la estructura productiva.
Para junio-julio, todas las provincias habían mejorado significativamente este indicador respecto de abril, aunque lógicamente se encontraban peor que en la prepandemia; a su vez, no se observaron grandes cambios en la dinámica territorial. Sin embargo, desde entonces –cuando comenzaron a incrementarse los casos en muchas provincias y a descomprimirse en el AMBA– se observaron tendencias disímiles.
Por ejemplo, Jujuy –que había sido de las menos afectadas en abril tanto en lo sanitario como en lo económico– pasó a ser la más golpeada en agosto, con un 25,6% de las empresas con facturación nula o mínima (cifra peor que la registrada en abril), producto de un dramático brote de coronavirus iniciado en julio que obligó a imponer restricciones a la circulación.
La evolución de la actividad regional dependió de dos factores: la estructura productiva y el nivel de contagios
La pandemia ha tenido un impacto severo a lo largo y a lo ancho del país. Una forma de ver ello es qué porcentaje de las empresas de cada región tuvo facturación nula o mínima en cada mes. Entre febrero y abril, ese porcentaje pasó del 6,6% al 25,9%, para luego ir bajando hasta llegar al 12,7% en agosto. Si bien la gradual mejora en este indicador fue generalizada a nivel territorial, hubo diferencias relevantes en el grado de afectación.
Los aglomerados que en agosto tuvieron una “cuasi normalidad” productiva son aquellos que o bien tienen una profunda base agroindustrial (sector esencial) y por ende en abril no resultaron tan afectados (como San Francisco, Rafaela, Villa María, Tres Arroyos o Río Cuarto) o que tuvieron una situación sanitaria sin mayores sobresaltos entre abril y julio (como Rosario, Santa Fe, Paraná y Posadas).
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