El empresario explicó que, a pesar de los cambios en la industria del cuero, que ha sido desplazado por materiales sintéticos en productos como tapizados, ropa y calzado, la posibilidad de exportar cuero salado es una oportunidad para revitalizar este mercado. Resaltó que, si se logran acuerdos con compradores internacionales, el sector podría recuperar parte de los ingresos que en el pasado ayudaban a reducir los costos de producción de carne.
Sin embargo, Augusto advirtió que, aunque la medida puede dinamizar la economía del sector, no tendrá un impacto inmediato en la reducción de los precios de la carne en el mercado interno debido a la alta carga impositiva y los costos de producción que enfrentan los frigoríficos. Aseguró que, si los frigoríficos del norte se unieran, podrían aumentar las exportaciones de cuero y aprovechar mejor esta medida a largo plazo.
Finalmente, el empresario subrayó que la industria frigorífica sigue enfrentando otros desafíos, como los altos costos de producción y la estructura impositiva, factores que afectan directamente el precio final de la carne en el mercado interno. A pesar de ello, mantiene una visión positiva sobre el futuro del sector.
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