Una misionera de 18 años le dio la vuelta a la cuarentena y creó un mini invernáculo remoto

Karen Añais cursa el sexto año en el Instituto de Enseñanza Agropecuaria (IEA) 2 de San Pedro. Como futura técnica supo cómo resolver de forma eficaz un problema que se le presentó al momento de llevar adelante la parte final de su tesis de práctica profesionalizante.

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Al no poder trabajar en la escuela, decidió crear un mini invernáculo remoto y un esterilizador de sustrato para poder cultivar las mandiocas mejoradas genéticamente en el laboratorio.

El proyecto trata sobre las buenas prácticas de laboratorio aplicadas al cultivo in vitro de vegetales, que tiene como finalidad mejorar la genética de distintos tipos de plantas.


Durante el ciclo lectivo 2019, Karen trabajó en el laboratorio del establecimiento educativo, realizando propagación de orquídeas y mandioca. 

En esa primera etapa crearon un banco de germoplasma de 20 variedades diferentes de mandioca.

Este año, la finalidad era trasplantar las plantas obtenidas en el laboratorio al invernáculo. Sin embargo, la pandemia obligó a la suspensión de las clases y con ello la alumna se encontró con un serio problema. En su vivienda no disponía de un espacio, herramientas y tampoco los insumos necesarios para avanzar con la fase de práctica.

Además de lo mencionado anteriormente, el tipo de planta escogido resulta muy difícil de manipular, por lo que no sólo fue necesario construir un espacio donde plantarlas sino también contar con un artefacto que garantizase la calidad del suelo para el crecimiento de las mandiocas, en esta ocasión un esterilizador de abono.

“En la escuela tenía el invernáculo, pero con lo de la pandemia por el coronavirus debí buscar una manera de desarrollar esa etapa y con la ayuda de mi familia decidimos hacerlo de esta forma”, agregó la estudiante.

El mini invernáculo automatizado fue creado en tres días. Cada uno de los materiales fue reutilizado, se emplearon cajas de cartón, plástico, dos coolers que permiten la ventilación del pequeño espacio y luz blanca.

También se incluyó una lámpara fluorescente de luz ultravioleta que facilita el control de microorganismos que puedan estar en el medioambiente y enfermar a las plantas, como alguna plaga.

Además, este tipo de radiación favorece al crecimiento de las plantas de mandioca. El esterilizador de sustrato está construido con dos latas y un calentador eléctrico de agua.  “Las latas están apiladas, la lata que está abajo es donde se coloca el agua, se calienta con el calentador y el vapor que genera e ingresa por las perforaciones realizadas en la parte inferior de la lata que se encuentra arriba, donde colocamos el sustrato. El proceso de esterilización como mínimo demora una hora”, explicó Karen.

Para la función remota del invernáculo utilizaron una placa y mediante la creación de una aplicación para celulares, que fue desarrollada por el programador Leonardo Añais, hermano de Karen, es posible, desde un dispositivo móvil abrir y cerrar las persianas, encender y apagar las luces, activar el sistema de ventilación y controlar la temperatura del ambiente y la humedad, que resultan cruciales para el desarrollo de las plantas.

Ello para la alumna es sumamente útil, ya que el invernáculo está en la casa de su padre,, y ella vive en otro barrio, en la casa de su madre.

Además, la aplicación permite contar con una estadística del comportamiento tanto de la temperatura como de la humedad, durante un período de tiempo determinado.

En esta etapa de construcción surge lo importante y óptimo de la iniciativa, que si bien en esta ocasión está desarrollada a pequeña escala, la familia pensó en sacarle el mayor rédito al trabajo.

Es así que todo el sistema implementado está diseñado para que las funciones puedan ser replicadas en espacios reales y mediante la combinación de la biotecnología e inteligencia artificial y tornar el invento como una importante innovación en el ámbito rural. Incluso puede ser aplicada a la domótica de una casa.

Para la técnica, haber concluido su tesis con una propuesta que permita ayudar al productor a mejorar la genética de las plantas resulta sumamente gratificante y motivador.

“En el caso de la mandioca, si el productor quiere cultivar para producir almidón, se trabaja en esa calidad o si es para comidas gourmet, se busca obtener lo más adecuado para esa variedad”, dijo.


“Me gusta mucho todo lo que tenga que ver con genética, está muy bueno que la escuela nos brinde esta posibilidad. Agradezco el asesoramiento constante de mi asesora, la profesora Cecilia, y a mi familia que me ayudo un montón para potenciar mi trabajo a esta escala, esperando sea un aporte a la comunidad”, finalizó Karen.

De acá en más la finalidad es dar a conocer el proyecto ante el Ministerio de Agricultura Familiar, a fin de que sea un sistema adaptado por los productores de la zona en el corto plazo.

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