Desde hace algunos años, se escucha decir con insistencia a algunos dirigentes del sector tabacalero que los tiempos traerán cambios importantes al sector, no solo en Misiones, ni sólo en la Argentina, sino en casi todo el mundo (casi, porque algunos ya quedaron afuera).
Las constantes regulaciones que aplica la gran mayoría de los países al consumo de tabaco, provocaron en el último decenio un importante descenso de fumadores, que tiene directa relación con el cultivo de las diferentes variedades de tabaco que componen un cigarrillo.
Misiones, con un tabaco Burley al que muchos definen como un “Burley boutique”, aún sigue manteniendo los números, a diferencia de otras cuencas en el mundo que debieron retroceder su producción en muchos millones de kilos.
Claro está que no hay gratuidad en esta realidad. El mercado sigue buscando el Burley misionero, pero las condiciones no son pocas. Hoy, los compradores fijan sus controles más allá de la calidad de la hoja que compran, que lógicamente debe guardar determinados parámetros.
La mirada de las empresas, como nunca antes, está dirigida al productor y su familia. La mecanización, cuidado del medio ambiente, productividad, cumplimiento de la legislación laboral en caso de ser empleadores y la erradicación del trabajo infantil, son hoy requisitos que deben cumplir quienes deseen permanecer en la nómina.
Días pasados, el subsecretario de Tabaco de Misiones, Carlos Pereyra, admitió que en la provincia finalmente quedarán unas 10.000 familias productoras y que serán las que producirán entre 25 y 30 millones de kilos que requiere el mercado. Vale recordar que Misiones llegó a tener más del doble de plantadores y con la misma producción.
Es decir que uno de los cambios que se está produciendo, es la mejora de la productividad de unas 1.200/1.300 por hectárea. El año pasado la CTM logró con sus productores un rinde cercano a los 1.900 kilos.
Lo que viene con fuerza es la mecanización
René Urbieta es presidente de la CoTTaProM (Comisión Técnica del Tabaco de Misiones), y no dudó en asegurar que “es imposible pensar en una buena productividad sin la mecanización. Desde la misma entidad, y lo ha hecho la CTM y alguna otra empresa, hemos trabajado mucho en la incorporación de subsoladores, tractores y todo aquello que permita que se trabaje mejor la tierra y que el productor cuide su salud, dejando de hacer esfuerzos que nos duele con tan solo verlos”.
Es importante señalar el grado de organización del sector tabacalero. Cada una de las empresas, con sus cuadros técnicos, tiene contacto permanente con el productor. Es, sin dudas, una fortaleza.
En este sentido, el mismo Urbieta, admitió que “estamos atentos en otros aspectos y siempre dentro de la chacra del productor, el cuidado de las fuentes de agua y del medio ambiente, el correcto manejo de los agentes protectores del cultivo y algo fundamental: los niños no deben trabajar en las tareas peligrosas. Todas estas cuestiones dejaron de ser exigencias, para ser requisitos indispensables a la hora de ser productor tabacalero”.
Pero, quizás, pronto aparezca un nuevo actor en el mercado que pueda permitir mantener los números de producción del tabaco de nuestra provincia. Los denominados “nuevos productos en base a tabaco”.
No se deben confundir a los llamados cigarrillos electrónicos, muchos de ellos sin la presencia de tabaco, con los que utilizan un sistema de “calentado” pero de tabaco. Hoy, ese nuevo producto ya tiene 18 millones de consumidores en diferentes países del mundo y avanza. La buena noticia es que tiene tabaco y de la variedad Burley. La masividad de esta nueva forma de fumar, traerá aún más correcciones al sector.
Sólo faltaría que, de aprobarse alguna vez en Argentina, esté previsto el FET en el esquema impositivo, porque sencillamente es un producto con tabaco.