A pesar de un año climático adverso (con escasa radiación, amplitud térmica elevada, lluvias tempranas y episodios de granizo) los productores mantuvieron la oferta gracias a un manejo técnico cada vez más eficiente. “La calidad nace en la chacra; eso es lo que el mercado paga”, destacó el ingeniero agrónomo Roberto Gillard, asesor técnico de la cooperativa.
El crecimiento de la demanda abre margen para expandir superficie y sumar nuevos productores al negocio, un punto clave para consolidar escala y fortalecer el abastecimiento local. Desde la cooperativa señalan que el apoyo público en plantines y materiales tecnológicos sigue siendo determinante para sostener la competitividad, especialmente entre pequeños y nuevos inversores del sector.
El segmento de frutilla fresca continúa posicionándose como un producto de valor agregado: aroma, sabor y contenido organoléptico se convirtieron en atributos diferenciales que permiten captar consumidores de nicho y avanzar hacia mercados premium. Este comportamiento favorece estrategias de diversificación dentro de la horticultura y acelera la profesionalización de productores emergentes.
Con precios firmes, reputación en alza y una cadena productiva más tecnificada, la frutilla chaqueña entra a 2026 con potencial para ampliar oferta, mejorar productividad y consolidarse como un cultivo estratégico en la matriz hortícola regional.
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