La propuesta busca generar un doble impacto. Por un lado, en el plano ambiental, el producto de Macoma mejora la eficiencia energética, reduce el consumo de recursos y ayuda a mitigar fenómenos urbanos como las islas de calor. Por otro lado, el aporte económico permitirá que más familias accedan a soluciones habitacionales seguras y sostenibles.
Desde ambas organizaciones destacaron que se trata de un caso concreto de cómo las empresas pueden integrar valores sociales y ambientales en su propuesta de valor, sin perder competitividad. La nanopintura solidaria apunta también a un consumidor consciente, cada vez más atento al origen y la finalidad de lo que compra.
La iniciativa posiciona a Macoma como un actor del ecosistema de empresas con impacto, y a Techo como un referente en la articulación con el sector privado para escalar proyectos sociales. El acuerdo se presenta como un ejemplo replicable de colaboración entre sectores para fomentar una economía más equitativa y sostenible.
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