En la provincia, el 95% de la actividad de cría vacuna y ovina se realiza sobre pastizales naturales y más del 70% de la productividad de los mismos se concentra en primavera y verano, gracias a las lluvias de diciembre a febrero.
Pero este año, a raíz de la escasez de precipitaciones, los campos tienen solo el 60% del pasto. Así, será difícil que los animales con una condición corporal deteriorada logren recuperarse y tampoco habrá reservas para pasar el invierno.
Durante un año normal, entre septiembre y mayo, los pastos cortos del centro de la provincia acumulan unos 5.500 kilos de materia seca por hectárea, lo cual es suficiente para satisfacer los requerimientos de una carga de 0,7 a 0,8 equivalente a vaca por hectárea y para acumular un excedente para los meses de invierno.
Actualmente, en toda la provincia, el crecimiento del pasto continúa afectado por las bajas precipitaciones, pero el centro sur correntino es la región más perjudicada.
En este contexto, el escenario más probable de producción de forraje en lo que resta del período de crecimiento, según el INTA Mercedes, indica una merma del 60%. Esto es unos 3.200 kilos menos por hectárea que en un año normal.
Por eso, recomendaron que en los sistemas con cargas superiores a 0,5 equivalente a vaca por hectárea, se haga un ajuste para el invierno considerando el promedio de productividad de ese período que es de 600 kilos de materia seca por hectárea para el centro sur de Corrientes.
Si las condiciones climáticas se restablecieran durante lo que resta del 2023, se deberían considerar prácticas que tiendan a favorecer la recuperación del campo natural como descansos, control de malezas y fertilización. “Sin un manejo adecuado, restablecer la capacidad de carga de los sistemas afectados por ésta seca, podrá llevar mucho tiempo”, advirtieron los técnicos del organismo.
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