Las “cubiertas verdes” de tipo extensivas son sistemas que se colocan sobre techos tradicionales para disminuir los efectos de la impermeabilización del suelo urbano, buscando laminar los hidrogramas de escurrimiento que se generan, aumentando el tiempo de escurrimiento y disminuyendo el caudal pico.
Dichas cubiertas verdes están compuestas por varias capas construidas con distintos elementos, con características y propiedades diferentes, estando la capa superior constituida por un sustrato orgánico, de poco espesor, que permite el crecimiento de vegetación de bajo porte y por el que recibe su nombre.
Para los investigadores de la Facultad de Ingeniería de la UNNE el aumento de la impermeabilización asociada a la creciente urbanización, la baja pendiente natural del terreno y su localización en una zona de riesgo hídrico hacen propicia la implementación de este sistema en las ciudades que conforman el Área Metropolitana del Gran Resistencia.
Para fundamentar la factibilidad de implementación de cubiertas verdes en el Área Metropolitana del Gran Resistencia, así como en otras ciudades de la región, los investigadores de la UNNE explicaron que desde un punto de vista hidrológico, el crecimiento de la urbanización se ve reflejado en el incremento de áreas impermeables, lo que provoca un mayor volumen de escurrimiento superficial, un aumento del caudal de pico de ese escurrimiento, además de una aceleración de ese proceso.
Ello tiene un efecto significativo en muchas de las grandes ciudades de la región NEA, especialmente las que se localizan en áreas planas, con drenaje complejo, que ante la ocurrencia de precipitaciones intensas (inclusive de algunas de mediana intensidad) quedan paralizadas por los anegamientos producidos. Y esto se torna preocupante en el contexto de cambio climático por el que se está transitando.
Como respuesta a esta problemática, algunas ciudades, siguiendo la tendencia internacional liderada por Francia y ciudades como Copenhague o Barcelona, dictaron normativas que promueven el uso de los denominados techos verdes.
En Argentina, la Ciudad Autónoma Buenos Aires promulgó en 2012 la Ley 4428 de “Techos y Terrazas Verdes”, iniciativa que fue incluida posteriormente en el Código de Edificación de la Ciudad (CE). También la ciudad de Córdoba promulgó una normativa similar en el año 2016, cuyos términos originales fueron flexibilizados por la oposición de los promotores inmobiliarios.
Sin embargo, en la Región NEA aún no se han puesto en vigencia normativas similares, a pesar que ciudades como Resistencia han sido pioneras en el uso obligatorio de medidas no estructurales y de mitigación como parte del abordaje de la problemática del drenaje pluvial urbano.
Este tipo de superficies presenta ventajas que benefician al entorno urbano y a la obra arquitectónica.
Algunos de los beneficios más relevantes son la retención de polvo y sustancias contaminantes propias de las ciudades, incremento de la superficie verde en ciudades, protección contra la radiación solar en edificios, aumento de la eficacia térmica de la cubierta, absorción del ruido, así como la reducción de la carga de agua en las canalizaciones, de los costos de depuración de aguas residuales y minimización de los riesgos de inundación en las ciudades.
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