“En zonas marginales como la nuestra, producir un kilo de carne lleva cinco años de trabajo. Esa es la dimensión del esfuerzo”, remarcó Marcos Pastori, presidente de la Sociedad Rural del Chaco.
La destacada performance chaqueña en la muestra no es casualidad. Es resultado de una combinación de innovación genética, pasión productiva y resiliencia frente a un contexto climático y económico desafiante. "El productor chaqueño no baja los brazos. Sabe que su esfuerzo tiene un efecto multiplicador: cuando al campo le va bien, se activan el comercio, la educación y los servicios", subrayó Pastori.
Pastori valoró el reconocimiento del presidente Javier Milei al sector agropecuario como motor del país “Después de años de inflación crónica, hoy sabemos cuánto valdrán los insumos dentro de dos semanas. Eso era impensado antes”, indicó, en referencia a un contexto de mayor previsibilidad que permite planificar a mediano plazo.
Otro dato relevante que surge desde el corazón productivo del país: el 80% de la carne bovina chaqueña se consume dentro de la Argentina. Sin embargo, las exportaciones también cumplen un rol clave, especialmente la llamada “vaca china” –un corte que no tiene demanda en el mercado local pero genera importantes divisas.
Este equilibrio entre abastecimiento interno y proyección internacional refuerza la mirada estratégica del agro chaqueño, que no solo busca competitividad en los mercados globales, sino también sostiene con firmeza la cadena de valor local.
Chaco no solo brilla en Palermo por la calidad de sus ejemplares, sino por la historia detrás de cada uno: años de trabajo, inversión, selección genética y resistencia. En un momento en el que el país busca estabilidad y crecimiento sostenible, el campo chaqueño demuestra que con reglas claras, previsibilidad y reconocimiento, el potencial del interior productivo puede convertirse en motor genuino de desarrollo económico.
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