“Es la heterogeneidad en la conformación de un grupo de trabajo con objetivos comunes lo que lo vuelve tan rico y capaz. Los equipos dedicados a la construcción no son la excepción.
La participación de la mujer en esta industria por suerte crece día a día. Hay muchos casos destacables sobre la incorporación de mano de obra femenina en el rubro, en proporciones equivalentes a su par masculino. Y en todos los casos los resultados son por demás beneficiosos en lo referente a calidad, velocidad de ejecución y sustentabilidad socio-comunitaria. No voy a detenerme en un análisis específico de ningún caso, pero no quiero dejar de recomendar investigar sobre el proyecto “Etileno XXI” en la provincia de Coatzacoalcos, México; un caso verdaderamente interesante que demuestra la importancia de la presencia femenina en la construcción no sólo por meros términos de equidad de género aplicado al campo laboral, inclusión, oportunidades de trabajo e integración social; sino por los grandes beneficios que representa para quien construye. En nuestro país existen numerosos casos en los que por diferentes circunstancias la mujer hace su entrada a la escena de la construcción obteniendo en la inmensa mayoría de los casos los aplausos que su gran performance ameritó.
Es un hecho, las mujeres son tan capaces como los hombres de realizar labores físicas. Sin embargo, no están capacitadas para ello; es aquí donde, desde mi lugar de estudiante del último año de Arquitectura, invito a mis compañeros, futuros colegas, como al Estado mismo, a adoptar una postura activa respecto a los equipos obreros monogenéricos que caracterizan hoy a la construcción. Pensar políticas de integración que, por ejemplo, obliguen a empresas constructoras a constituir su cuerpo de obreros con un porcentaje mínimo de presencia femenina puede ser un gran inicio, y no sería un planteo para nada nuevo; en naciones de idiosincrasia similar a la nuestra como Uruguay ya han surgido este tipo de cuestiones.
A través de la lectura sobre casos como el de México he llegado a la conclusión que como referentes en el diseño, proyección, y materialización de los gigantes (y no tanto) que configuran hoy los perfiles urbanos de la República Argentina debemos pensar nuestros procesos y planes de trabajo contemplando las siguientes barreras a superar en búsqueda de la inclusión femenina:
· *La falta de formación: Las mujeres como he dicho, son tan capaces como los hombres, sin embargo adolecen de ignorancia en lo referido a la construcción. Capacitémoslas.
· *Una mentalidad patriarcal: Contemplando la imprescindible presencia de una madre en los primeros años de vida de sus hijos, debiera considerarse como necesidad a cubrir, la del cuidado de los niños pequeños de la trabajadora. Servicio que podría bien ser ofrecido por el estado o cubierto por los empleadores.
· *Carencia de sustentabilidad socio-cultural en el equipo de trabajo: Es una actitud que debiera adoptar un director de obra según la cual la integración de la mujer en las labores, la valoración logros y la eliminación de la subestima de sus capacidades deben ser la filosofía de trabajo.
· *Violencia de género: Difícilmente se evidencian casos de agresión física en los equipos de obra, sin embargo no sería de extrañar la presencia del tan dañino acoso verbal. La tolerancia cero respecto a ello es imprescindible.
Una verdadera integridad social con hincapié en la cuestión del género en la industria de la construcción, es posible, depende de nosotros adoptar una postura activa para lograrla y gozar todos de sus grandes beneficios.