La nueva planta San Alonso, que se suma a FRESA (puesta en marcha en 2020), fue diseñada para transformar desechos forestales como aserrín, ramas y cortezas en energía eléctrica, aplicando un modelo de economía circular que agrega valor ambiental y económico a residuos sin uso previo. Este enfoque permitió reducir riesgos en aserraderos, optimizar recursos y generar una nueva fuente de ingresos para el sector maderero.
El impacto económico también es significativo: ambas plantas generan más de 150 empleos directos y 300 indirectos, con prioridad en la contratación de trabajadores locales. Para operar los complejos, Insud desarrolló programas de formación técnica en la región, elevando el nivel de especialización profesional y reduciendo la necesidad de traer personal externo.
A nivel técnico, el proyecto incorpora dos estaciones transformadoras (San Alonso y Norte), lo que mejora la confiabilidad del sistema eléctrico regional y optimiza la calidad del suministro tanto para hogares como para industrias. La empresa confirmó que ya están entregando 73 MWh al Sistema Argentino de Interconexión (SADI), beneficiando a localidades como Ituzaingó, La Cruz, Villa Olivares e Itá Ibaté.
Además del impacto energético y laboral, el modelo de negocio de Insud en Corrientes se consolida como una apuesta a largo plazo. La provincia, con más de 550.000 hectáreas forestadas, es una de las zonas con mayor potencial agroforestal de Argentina. Y el uso de biomasa para generar energía posiciona a la región como un hub de inversiones sustentables, con ventajas competitivas en cercanía a mercados y disponibilidad de materia prima.
Finalmente, desde Insud señalaron que ya están trabajando en nuevas líneas de desarrollo, como la generación de bonos de carbono asociados a sus actividades forestales, lo que suma una capa de valor financiero y ambiental al ecosistema energético que están construyendo en el norte argentino.