El crecimiento de Louz se explica por una estrategia clara: ofrecer productos versátiles, cómodos y con identidad. “Después de la pandemia, entendí que las personas querían vestirse bien sin dejar de sentirse cómodas”, explicó Luciana. Esa lectura del consumidor la llevó a lanzar líneas pensadas para un uso amplio, tanto dentro como fuera del hogar, con una estética reconocible y coherente.
La marca también se distingue por su modelo productivo con raíces locales. Luciana trabaja con modistas independientes, muchas de ellas madres que confeccionan desde sus hogares. Esto no solo genera empleo flexible en la región, sino que también reafirma el compromiso de la marca con el desarrollo de redes colaborativas y con condiciones laborales justas.
La identidad visual es otro eje de la marca. Inspirada en casas de moda internacionales, Segura desarrolló un monograma propio basado en el isologo de Louz, que hoy distingue varias de sus prendas y colecciones. Esta construcción de una estética propia fortalece el posicionamiento de la marca en un mercado donde el diferencial visual es cada vez más relevante.
Con más de 170 productos vendidos el año pasado y distribución a distintas provincias, Louz se proyecta como una marca con futuro. Aunque el contexto económico no siempre acompañe, Luciana mantiene firme la convicción de sostener su emprendimiento. “No sé qué va a pasar en cinco años, pero sí sé que la marca tiene que seguir viva. Aunque el contexto sea difícil, hay que mantener la llama encendida”, concluye.