“Con el sector privado se trabaja en esta idea que se enuncia fácilmente y se practica menos que es la responsabilidad social empresaria”, a la vez que tiene la posibilidad de incorporar a una persona con 20 horas semanales de trabajo sin costo fiscal ni salarial, explica Guillermo Cherner, subsecretario de Políticas de Empleo y Trabajo Decente del Ministerio de Trabajo de la provincia.
Más allá de la confluencia de Desarrollo Social y Trabajo para la instancia laboral de los jóvenes, en Nueva Oportunidad confluyen acciones de otros ministerios, entre ellos, Justicia y Derechos Humanos, Salud, Seguridad -a través de Seguridad Comunitaria-, Educación y Cultura.
Al cumplirse el año puede ocurrir “que la empresa los tome como empleados o que ingresen otros jóvenes” aclara Luciano Vigoni, director del programa Nueva Oportunidad.
Nueva oportunidad y nexo oportunidad
Cherner explica que el Nueva Oportunidad y luego el Nexo Oportunidad son programas que posibilitan un vínculo de los jóvenes con el Estado. Para ello se promueve una instancia de “formación y contención y, superado el plazo, viene la fase más difícil que es la de insertarse en el mundo del trabajo”. En ese sentido, “el gobernador Miguel Lifschitz pidió específicamente que se generen instancias de inclusión”, y estas se lograron a través de Nexo Empleo”.
“Se puso el acento en este grupo porque entendemos que son historias de vida que de otra manera no hubieran encontrado esa posibilidad. Muchas veces la brecha que separa la lógica del mercado laboral, el exceso de oferta, los requisitos, hacen que a los jóvenes se les dificulte ingresar a una empresa”. El programa, aclara, “no apunta tanto a la cantidad de beneficiarios, sino a las experiencias de vida particulares”.
El plazo previsto para el cumplimiento del programa es de un año “porque creemos que es el prudencial para que la persona se capacite y genere los vínculos necesarios, y se rompan algunos tabúes que puede tener el empresario”. La experiencia arrancó a mediados del año pasado, cuando se hizo la presentación oficial, y se trabajó en una primera instancia en Rosario “donde tenemos un mayor índice de personas realizando prácticas; para 2018 la idea es profundizar la participación en la ciudad de Santa Fe y comenzar a trabajar en otros lugares de la provincia”.
Responsabilidades de la empresa
“Con el sector privado se trabaja en esta idea que se enuncia fácilmente y se practica menos que es la responsabilidad social empresaria”, a la vez que tiene la posibilidad de incorporar a una persona con 20 horas semanales de trabajo sin costo fiscal ni salarial. En efecto, el programa establece que la empresa se ocupa de entregar la ropa de trabajo en caso de que haga falta por el tipo de tarea, y de los seguros médicos y de salud. El resto es una beca que se abona desde el Estado y consiste en 5000 pesos en el marco de una capacitación.
Hasta ahora el balance es positivo: “La gran mayoría de los jóvenes han sostenido su experiencia y, a su vez, ninguna firma desistió de participar”. Sin embargo, el resultado se va a terminar de medir cuando finalice la práctica y se decida si los participantes logran permanecer en las empresas. Mientras tanto, “la posibilidad de presentar un curriculum con un año de experiencia efectiva en una búsqueda laboral es una fortaleza”.
Objetivos del programa
"No hay posibilidad de abordar una población que vive en un riesgo -que no generó- sin el compromiso de todos los ministerios, de la sociedad civil y las organizaciones” expresa Luciano Vigoni, Director del programa Nueva Oportunidad, que terminó 2018 con unos 8000 jóvenes de toda la provincia incluidos en un trabajo que “más que con lo cuantitativo tiene que ver con la historia de vida de cada uno, su entorno, su familia y su territorio”.
El programa se organiza a partir de grupos de 15 chicos y chicas con dos acompañantes, y opera en Santa Fe y Rosario, pero también en el norte provincial donde 350 jóvenes pertenecen a Reconquista, Vera y Calchaquí, y en otras ciudades como Rafaela, Santo Tomé, Villa Gobernador Gálvez, Pérez, Carcarañá y Totoras.
Vigoni señala que los y las jóvenes que integran el programa “están fuera del sistema escolar y laboral, y, según entendemos, en riesgo social, precisamente porque no cuentan con una posibilidad de trabajo y estudio”. Por eso, desde el Estado se consideró necesario tener un enfoque en que la capacitación en oficios que brinda el programa y habilita una posible salida laboral se convierta en una faceta del trabajo, cuyo objetivo es “abordar la singularidad y el registro del otro”.
De los 300 cursos que se hicieron, en más de la mitad son las propias organizaciones sociales, políticas y religiosas las que aportaron los acompañantes: “Eso nos permite un mayor vínculo con los jóvenes porque esos acompañantes viven en el mismo territorio y participan de una política pública diseñada desde ese lugar, no como una fórmula”.
Al cabo de cuatro años de experiencia en Rosario y dos en la provincia, se planteó que la capacitación no alcanzaba por si sola y que ante una realidad de jóvenes padres y madres de familia, la posibilidad de encontrar un trabajo se volvía imperiosa. Allí se produjo el vínculo con Nexo Empleo, programa del ministerio de Trabajo que tiene su capítulo particular en Nexo Oportunidad donde participan empresas que deciden sumar a jóvenes que tuvieron su tránsito por el programa y que reciben del Estado un aporte de 5000 pesos mensuales. Al cumplirse el año puede ocurrir “que la empresa los tome como empleados o que ingresen otros jóvenes”.
Un grupo de jóvenes sin inserción escolar ni ocupacional
Oscar Bogao es el encargado de la Cooperativa San Cayetano donde se producen bloques de cemento para la construcción de viviendas, y se ofrece la colocación de pavimento articulado, fabricación e instalación de canalones de desagüe y el servicio de limpieza y puesta en valor de espacios públicos.
“La idea es que los chicos logren convivir laboralmente y se encuentren mejor preparados cuando ingresen a una empresa”. Por eso, además de las tareas específicas, se abordan cuestiones de convivencia, obligaciones y, por supuesto, derechos.
Guadalupe Ferré tiene 21 años y vive en barrio Las Lomas; desde allí camina, cada mañana y muy temprano, las 25 cuadras que separan su casa de la avenida donde sube al colectivo que la llevará al Galpón N° 5 de la ex estación Belgrano. Brian Páez tiene 22 y llega al mismo lugar pero desde Colastiné. Gastón Gómez, de 26, arriba de lunes a viernes a las 8 desde barrio Barranquitas. Los tres cumplen horario todos los días hábiles de la semana en la cooperativa Jóvenes por San Cayetano. Antes, compartieron una instancia de formación en El Alero, en el marco del Programa Nueva Oportunidad, y luego pasaron al Nexo Oportunidad que les otorga un monto mensual en concepto de beca mientras desarrollan una práctica laboral a lo largo de un año (seis meses, con opción a renovar por un lapso similar).
Ferré dice estar “contenta y agradecida” por la oportunidad que se le brinda, no solo de tener una ocupación sino de seguir aprendiendo. ¿Qué va a pasar después, cuando se termine esta instancia? No sabe, pero confía en que la experiencia le va a servir para otro trabajo. Páez se capacitó en albañilería, carpintería y herrería. Y tiene el objetivo de volver a estudiar. “Tengo que terminar la primaria que dejé por la mitad, para hacer después la secundaria”, proyecta decidido. Gómez participó en la construcción de baños en Barranquitas, plan que incluyó la casa de su abuela, aunque a él le tocó hacer cañería y pozo en otra vivienda. Como hizo un curso de refrigeración, encontró la forma de trabajar por su cuenta a la tarde, después de completar su jornada en la cooperativa y de cumplir dos horas a la siesta en una cadetería.