Después de la Amazonía, es la mayor área boscosa que queda en América del Sur. En ambas regiones, la expansión de la frontera agropecuaria ha generado deforestación, cambios de uso de suelo para la producción de commodities, expansión de la explotación petrolera y una gran competencia por el acceso y uso del agua.
Además de un mosaico de culturas indígenas (entre ellos los Wichí, Toba Qom, Moqoit, Pilagá, Guaraní, Ava Guaraní, Sanapá y Enxet Sur) en el Gran Chaco históricamente han confluido, producto de procesos migratorios de diversos orígenes, comunidades de origen europeo o provenientes de otras latitudes del continente americano.
El potencial productivo del Gran Chaco es elevado, aunque el desarrollo económico ha estado tradicionalmente asociado con el uso extensivo de los recursos naturales, generando serios problemas de deterioro de los ambientes naturales, especialmente muy graves en el Chaco semiárido, donde existen procesos avanzados de desertificación, que se vinculan directamente con los elevados niveles de pobreza de la población.
Entre los más afectados por los cambios estructurales de las últimas dos décadas en los sistemas de producción del Chaco se encuentran las y los productores familiares, cuyas capacidades financieras, tecnológicas y políticas mínimas contrastan con las de los productores de commodities agrícolas a gran escala.
Un estudio reciente que utilizó imágenes satelitales de alta resolución, identificó las explotaciones individuales y rastreó su dinámica durante 30 años (entre 1985 y 2015).
Los datos revelaron que las explotaciones de pequeños productores están muy extendidas en todo el Gran Chaco, pero también que su número disminuyó notablemente durante el período estudiado.
En el Chaco argentino, por ejemplo, las explotaciones familiares desaparecieron drásticamente a fines de la década de 1990 y en la década de 2000, con la tasa de desaparición máxima entre 2005 y 2010, especialmente en las provincias de Santiago del Estero, Chaco y Formosa.
Pero, a pesar de la creciente marginación ecológica de los pequeños productores del Chaco argentino, estos continúan muy extendidos e influyen todavía sobre la mitad del bosque restante. Si bien es cierto que ellos también pueden ejercer una presión considerable sobre los bosques que rodean sus viviendas, sus actividades rara vez conducen al cambio total del uso del suelo.
La agricultura en esta gran región requiere, inevitablemente, la eliminación de toda la cubierta forestal y ha desplazado a las tierras de ganadería sobre pasturas que, a su vez, fue desplazada hacia tierras con bosques.
Históricamente, el uso ganadero en los bosques se viene resolviendo mediante la ganadería extensiva o el desmonte y siembra de pasturas manteniendo una escasa cobertura leñosa, compuesta por árboles adultos sin capacidad de regeneración. Sin embargo, una ganadería más sostenible puede desarrollarse si se realiza un raleo selectivo de árboles y eliminación de arbustos, dejando en pie los árboles de mayor porte.
En la región del Gran Chaco, en efecto, los sistemas silvopastoriles (SPS) en bosques nativos mixtos y sabanas degradadas están siendo diseñados para abordar específicamente el problema asociado con espesos matorrales de arbustos y bosques secundarios sobrepoblados causados por el sobrepastoreo del ganado, la tala excesiva, cambios en el régimen de incendios y cercado.
La propuesta central del proyecto se basa en la adopción y combinación de tecnologías de bajo impacto ambiental, propiciando un punto de equilibrio entre la capacidad productiva del sistema, su integridad y sus servicios, bajo el principio de mantener y mejorar el bienestar de los y las productoras familiares y las comunidades asociadas
El proyecto determinó, además, que las principales limitantes de estos productores están asociados a la falta de reservas forrajeras; el inadecuado ajuste de la carga y del manejo del pastoreo y la existencia de pasturas y pastizales degradados. Se determinó también una deficiente estrategia de manejo de los vientres; escasa planificación de los servicios; y un manejo inadecuado de las vaquillonas de reposición.
Una conclusión clara es que la reducción de la deforestación y de las emisiones de GEI en la región del Gran Chaco puede alcanzarse con una mayor productividad ganadera, yendo de la mano con el desarrollo sostenible y la mejora de la calidad de vida de las comunidades locales. La implementación de políticas y estrategias integradas, junto con la participación y colaboración de diversos actores, resulta esencial para lograr un enfoque más sostenible en todas las actividades económicas de la región.