Según explicó Juan Barney, referente del emprendimiento, la empresa atravesó un año especialmente difícil: retroceso en ventas, pérdida de exportaciones y necesidad de reducir precios hasta un 30% para sostener la comercialización, aun cuando los costos energéticos, logísticos y de insumos continuaron en alza. La ecuación económica, advierte, se volvió crítica para gran parte de la cadena yerbatera.
Tal como publicó Misionesonline, la producción orgánica implica además procesos más largos y exigentes, con certificaciones internacionales, auditorías permanentes y sistemas de trazabilidad que elevan los costos fijos. A esto se suma el carácter de largo plazo del cultivo: entre la plantación y la cosecha efectiva pueden pasar cinco o seis años, lo que limita la capacidad de reacción frente a shocks económicos.
Pese a ese escenario, las certificaciones permitieron a Anna Park acceder a nichos de exportación en mercados como Estados Unidos, Australia, Rusia y Chile. Si bien los volúmenes son acotados, representan una fuente clave de ingresos y posicionan a la yerba mate orgánica como un producto con potencial estratégico en el comercio internacional de alimentos diferenciados.
De cara a 2026, el panorama sigue cargado de incertidumbre, pero también de oportunidades. Con productores que reducen cosecha o directamente salen del mercado, sostener rentabilidad, empleo y valor agregado será clave para que la yerba orgánica misionera conserve su posición competitiva. Cada decisión de inversión, logística o innovación impacta directamente en la capacidad de la industria de crecer, exportar y generar empleo en un sector donde la diferenciación y la calidad son activos estratégicos.