La empresa misionera Klimiuk Hermanos obtuvo el sello de certificación Halal para poder vender Té a países islámicos

Los productos misioneros comenzaron a copar cada rincón del mundo. Yerba, madera, té, tabaco, son algunas de las elaboraciones que son exportadas a distintos países. Sin embargo, en los últimos años, comenzaron a abrirse nuevos mercados, de más compleja llegada pero con un nicho de venta más relevante aún. Este sello de calidad abre las puertas en cientos de ciudades de religión musulmana.

Un ejemplo es la yerba mate, que alcanzó diferentes países, cruzando océanos y marcando territorio con un producto regional y de importantes características. No obstante, otro de los productos que viene abriendo espacios con buena presencia y calidad es el té.

Desde hace tiempo, Misiones es la principal exportadora de este producto desde Argentina, siendo sus principales compradores países como Rusia, Chile y Estados Unidos.


A esto se suma una nueva oportunidad de expansión. La empresa Klimiuk Hermanos SRL dio en los últimos días un gran paso hacia un mercado nada fácil de llegar, pero con una perspectiva de venta ampliamente positiva: los países de religión islámica. Es que son naciones consumidoras de té por excelencia, lo que los hace doblemente exigentes a la hora de comercializar y comprar el producto.

Justamente gracias a la calidad y el trabajo, la empresa radicada en Campo Viera obtuvo el sello de certificación Halal, que significa “permitido” por la religión Islámica, fundado en preceptos que contemplan aspectos de higiene y salubridad. Los que consumen productos Halam son musulmanes que practican el Islam.

Es loable destacar que actualmente es la única empresa argentina de manufactura de té negro en obtener el sello de certificación de la Religión Islámica. Esta certificación es garantía de calidad, alimentos sanos y empresa controlada, siendo de esta manera un pasaporte para la exportación, teniendo en cuenta que la población musulmana alcanza alrededor de 1.500 millones de personas (el 25% de la población mundial) distribuidas en al menos 123 países.

El empresario Jonathan Klimiuk, contó a El Territorio el extenso camino de trabajo para obtener este paso de expansión mundial. “Cuando arrancamos el trabajo de desarrollo de nuevos mercados nos enfocamos en el mundo árabe, principalmente Pakistán que es el principal importador de té a nivel mundial, todo lo que es Malasia, distintos países donde la religión musulmana es muy fuerte. Ellos no consumen bebidas alcohólicas y su principal bebida después del agua es el té, entonces para entrar a esos mercado exigen una serie de cosas, como es la certificación Halal que certifica que la empresa está preparada”, explicó.

En ese sentido, relató que todo comenzó con el viaje que realizó antes de la pandemia de COVID-19 a Pakistán, país que importa unos 200 millones de kilos de té anualmente. “Allí estuvimos trabajando, hicimos algunas exportaciones en 2020 y ahora logramos la certificación donde nos abren más clientes. Fue una auditoría de varios meses del Centro Islámico Argentino, son intensivos y a rajatabla siguen las normativas para dar la certificación. Después de seis meses logramos tenerlo. Esto nos abre el mercado a países como Pakistán, Malasia, Egipto, ciudades como Dubai, y todos los lugares donde está la religión musulmana”, añadió.

Como mencionó Jonathan Klimiuk, el año pasado se comenzó a exportar a países árabes, pero se estima que el volumen crecerá considerablemente a partir de esta certificación.

“Los clientes nos pidieron esta certificación para poder seguir exportando, por lo que a partir de ahora el té que va a esos destinos se va con la certificación y además nos abre una gran apertura, por lo que no solo venderemos a los clientes a los que ya estábamos llegando y nos pidieron la certificación, sino que nos abre las puertas de nuevos potenciales clientes”, aclaró.


Klimiuk expresó que en cuanto a lo que refiere a exportaciones en general, en lo que respecta a té volvieron con normalidad de diciembre en adelante. “El consumo de té a nivel mundial se sigue sosteniendo, como empresa tomamos todas las medidas del caso pero se sigue trabajando en todo lo que es cosecha, particularmente este año por el clima viene baja la producción, un 20% menos, pero viene bien porque tenemos un remanente del 2020”, determinó.

“El té siempre se exportó alrededor de 75 a 80 millones de kilos y eso se mantiene hace muchísimos años, el 95 por ciento de lo que se produce de té es para exportación, solo el 5% queda en el mercado interno”, remarcó Klimiuk.

“Ahora hay que seguir trabajando y adaptándonos a lo que requiere el mercado internacional, que viene muy bien para el desarrollo de la región”, concluyó.

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