El edificio, con su onda clásica italiana y una estructura que combina ladrillo y hierro, pasó por una restauración a mano, casi artesanal, donde rescataron detalles originales que ni esperaban encontrar. Techos de ladrillo, perfiles metálicos vintage… todo quedó a la vista, como si las paredes mismas contaran una historia artística.
“No pensábamos que encontraríamos tantas cosas originales tan bien conservadas. Decidimos mostrarlo, porque el edificio es una obra de arte por sí mismo”, cuenta Alfonso Asensio Albino, el arquitecto que está detrás de esta joya.
Inspirados en museos internacionales como el MALBA, el MACC tendrá nada menos que 4.200 metros cuadrados distribuidos en cinco pisos (tres de ellos nuevos, construidos sobre la base histórica). Y para que todo funcione de lujo, suman dos ascensores, un auditorio para 100 personas y hasta un montacargas que puede subir obras enormes directamente desde la calle. Sí, ¡como en las mejores producciones!
Tecnología y diseño que cuidan el arte y el planeta
La modernidad no se queda afuera: el museo cuenta con sistemas automáticos para controlar la temperatura, la luz y la seguridad, incluyendo un sistema especial contra incendios para proteger las obras. Además, usan vidrios inteligentes que regulan la luz natural, lo que es clave para conservar las piezas.
Y para darle un plus sustentable, materiales originales fueron reciclados y reaprovechados en nuevos espacios, como la barra del restaurante o los muebles de la plaza que está justo al lado. ¡Cero desperdicios, puro estilo!
Más que un museo: un lugar para vivir experiencias
Cuando abra sus puertas, el MACC ofrecerá 1.300 metros cuadrados de salas con techos altísimos (de hasta 5 metros), perfectos para exposiciones impresionantes. Pero no solo eso: tendrá un bar con vista a la Plaza Vera y un restaurante en el último piso, pensados no solo para comer y tomar algo, sino para que la experiencia artística se sienta en cada rincón.
La idea es que el museo sea un punto de encuentro para la comunidad, un espacio para compartir, aprender y disfrutar, tanto para locales como para visitantes.
“No es solo un contenedor de arte, es un lugar para vivir y conectar con la cultura”, asegura el arquitecto.
Con esta apertura, Corrientes suma un espacio que combina historia, arte y tecnología, mostrando que cuidar el pasado también es la mejor forma de construir el futuro.