Para conservar los ecosistemas y recuperar las prácticas tradicionales, el programa incentiva la cosecha de la algarroba con el objetivo de mostrar que el monte saludable y en pie, con sus especies de flora y fauna presente, puede generar ingresos a través de tradiciones respetuosas del ambiente que forman parte de la cultura local.
Zafrán se suma al programa, comprando esa harina que se usa en sus barras y galletitas.
La harina de algarroba es un producto arraigado a la cultura local y con un gran valor nutricional.
Desde tiempos ancestrales se usa para elaborar alimentos y bebidas, como la aloja, una bebida alcohólica que se consumía en tiempo de abundancia y es símbolo de unión.
Hoy se sigue recolectando chauchas y se acopia para darle de comer a los animales en épocas de sequía.
En octubre de cada año florecen los árboles de algarrobo y comienzan a dar frutos en noviembre. Luego en diciembre, cuando maduran y caen las chauchas del árbol, las comunidades locales recolectan estos frutos del suelo.
Para realizar el secado de las mismas, pueden hacerse de dos formas, secarse bajo el sol, expuestas por un par de días en bolsas para eliminar microorganismos o pueden hornearse dos minutos en horno de barro para eliminar microorganismos sobre las chauchas.
Para la molienda, optan por morteros convencionales, una herramienta común en muchos hogares de la zona.
La harina que compra zafrán es molida en Molinos Cerillos, en Salta.
El programa Emprendedores por Naturaleza, estimula la economía regenerativa en el Chaco, fomenta las prácticas ancestrales y protege los ecosistemas funcionales.