Con condiciones climáticas y ambientales ideales, la provincia se perfila como un polo estratégico para la producción de cannabis con fines terapéuticos e industriales. Sin embargo, la falta de autorizaciones en los registros nacionales (Reprocann y Ariccame) frena el acceso de los pacientes y retrasa el inicio de proyectos con alto potencial de inversión y generación de empleo.
Durante una reunión reciente de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados del Chaco, especialistas, empresas del sector y organizaciones como la Fundación Chaco Cultiva expusieron los principales desafíos para destrabar el crecimiento del sector.
“Hoy hay más de 700 trámites de pacientes chaqueños pendientes de revisión y cientos de licencias de producción a la espera de autorización. Mientras tanto, el potencial de desarrollo productivo de la provincia está totalmente desaprovechado”, advirtió el abogado Tobías Brogini, cofundador de la Fundación Chaco Cultiva.
Desde la fundación insisten en la necesidad de una intervención activa por parte del Estado provincial para acelerar los procesos administrativos ante los organismos nacionales, y al mismo tiempo, avanzar en un marco regulatorio propio que le dé previsibilidad a las inversiones.
Actualmente, se están discutiendo proyectos de ley provincial que buscan crear un registro de pacientes y establecer lineamientos claros para la producción, distribución y comercialización del cannabis en sus distintas formas.
La sesión legislativa incluyó exposiciones de bioquímicos, empresarios, pacientes y referentes del sector, y se espera que en los próximos días se concrete un panel de consultas técnicas que allane el camino hacia la sanción de una ley provincial que impulse de forma concreta la industria.
Chaco no solo tiene el terreno y el clima; tiene el interés y el capital listos para entrar en juego. Pero sin una regulación efectiva, el desarrollo del cannabis como vector económico y sanitario seguirá en punto muerto.