Artesana textil atraviesa fronteras con sus tintes y técnicas únicas (con productos 100% naturales)

Gisela Aguirre es oriunda de la localidad correntina de Mocoretá  y teje diferentes tipos de textiles como pies de cama, mantas, ponchos, ruanas, bufandas, caminos de mesa, etc. Aprendió técnicas de su madre y luego fue incorporando nuevos saberes a sus prendas. No se considera una emprendedora, aunque lo sea: se define como "una artesana del rubro textil". 

Trabajó en distintas actividades, y en sus tiempos libres tejía, como la gente que la veía le hacía pedidos, concluyó  en que ganaba mucho más con esas prendas que con el trabajo que tenía, razón por la cual tomó la decisión de dedicar más tiempo a esta actividad. Desde hace algunos años viene trabajando más sobre accesorios o prendas para mujeres, aunque los textiles no tienen género, pero sus clientes son, en su mayoría, mujeres.


Para ella, es difícil poner en palabras lo que siente. "Desde que yo tengo uso de memoria, me recuerdo tejiendo y pasé por diferentes técnicas en las telas o lana. Esta actividad me atrapa, es construir, plasmar sentimientos y mi vida", comentó a República de Corrientes. También recuerda que su profesora de primaria le enseñó mucho y que la acompañó en esta aventura de tejer.

Es conocida como "Gisela de El Rincón", comentó entre risas, un mote que le asignaron las primeras niñas a quienes ella enseñaba a tejer. Desde hace 3 años brinda un taller de técnica textil, bordado y bijouterie artesanal en la Casa de la Cultura de su ciudad, donde participan más de 20 mujeres y están proyectando poner un puesto en las ferias de esa localidad correntina.

Gisela utiliza materia prima fabricada en la provincia, adquiere lana industrializada desde la cooperativa Coprolán, de Curuzú Cuatiá, que combina con lana cruda que su propia madre hila en el uso. En el telar se desarrolla toda la creatividad: el largo, el ancho, la disposición de los colores, la trama y la elaboración de los puntos. El tiempo depende de las piezas del modelo que va a tejer, como por ejemplo una chalina puede llevar 16 horas de trabajo,  más el tiempo de teñido. 
Interviene con tintes de diferentes recursos de la naturaleza como hojas, cáscaras de cebolla, huevo o nuez, carozos de palta, desechos de yerba, entre otros. También utiliza una tintura muy característica a base del eucalipto medicinal, una hoja "redonda y plateada". 

Con esta técnica logró un color rojizo ladrillo con el cual ganó el premio revelación con una chalina confeccionada en un telar de ocho cuadros, en la edición de mayo de la Feria Provincial de Artesanías Tradicionales Arandú Po. Esa prenda circuló en las redes sociales, la vendió y ahora está en Inglaterra. Con relación a esto, afirmó: "Asumo el compromiso de aprender más,  investigar y no quedarme estancada". Después de que la lana pasa por el proceso del teñido, se teje o se estampa con las mismas hojas mencionadas anteriormente.

Las ferias y las redes sociales potenciaron sus ventas y considera que "la gente se volcó más a tener un pedacito de lo natural en su casa  o a llevarlo puesto" y agregó: "Tengo ventas en distintas partes del país y en el exterior, es la posibilidad que me dan las ferias. En mis redes pueden ver los procesos para aquellos que les interesa", destacó. 

Aceites de Olivas Don Armando Peláez: más que un aceite, una pasión de amigos

Este emprendimiento nace como la realización de una idea que surge del intercambio de opiniones entre amigos con ganas de hacer algo. Fabian Barreto, sommelier certificado de Aceites de Olivas, es el que lleva adelante (en gran parte) este emprendimiento dedicado a la obtención y comercialización de Aceites de Olivas, virgen extra de calidad premium.