La fábrica de ladrillos cerámicos “García”, con planta en el kilómetro 1359 de la Ruta 12, en proximidades de Candelaria trabaja a 30 por ciento de su capacidad instalada debido a problemas técnicos en sus maquinarias, las que solo se fabrican en Brasil. Estuvo a punto de ser cerrada, fabrica todos los tipos de ladrillos cerámicos que requiere el mercado, casi tres meses después, con la reapertura de la actividad exceptuada del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) decidieron continuar y a buen ritmo viven esta “primavera” que comenzó en mayo para la construcción.
Existe una gran demanda en materiales de construcción, principalmente ladrillos, y sobre todo desde el endurecimiento del cepo interpuesto para la compra de dólares en el país, la gente redirecciona sus ahorros a la compra de ladrillos.
En menor medida, también se atribuye el fenómeno a la imposibilidad de cruzar las fronteras para comprar en Brasil o en Paraguay e incluso la imposibilidad de viajar al exterior de vacaciones… En cualquier caso, todos buscan ladrillos: comunes, cerámicos, de a cientos o de a miles.
Unos kilómetros más al norte de la Capital Provincial, en la zona de Santa Ana, cerca de una decena de familias viven de la fabricación artesanal de ladrillos.
Una de las casas con sucursales en todo el litoral, debido a las restricciones tiene su capacidad de atención saturada y envía al interesado directamente a su página web, donde el panorama es poco alentador: “Agotado” y “No disponible” son las palabras que se repiten y que reflejan la escasez del producto en la plaza.
Si bien la calidad y el tipo de ladrillo son los utilizados más precisamente en grandes obras y no tanto en construcciones particulares menores (que es donde se constata la explosión en este momento de pandemia), los precios son muy superiores a los que se ofrecían en diciembre o en febrero último, antes de que el coronavirus revolucionara todos los órdenes de la vida pública y privada.
En producción, en Posadas, hay en promedio más de 200 ladrilleros artesanales y en toda la provincia son 363, en cuanto a los precios, en toda la provincia, los mil ladrillos comunes se venden a 9 mil pesos.
Las posibilidades de aumentar la producción y las condiciones de trabajo de los oleros depende de desembolsos de la Nación y del establecimiento de políticas públicas que les permita instalar lo necesario para el sector. En la Legislatura misionera existe “un proyecto de ley, pero sin presupuesto”, donde se establece la posibilidad de convenios con el Iprodha, para que se utilicen los ladrillos artesanales en las bases de las viviendas construidas por el organismo provincial, pero nunca avanzó su tratamiento ni su definición.
Si el pago del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) por parte del Gobierno Nacional influyó en las ventas o la imposibilidad de cruzar la frontera e ir a comprar todo en localidades vecinas de Brasil o Paraguay, ejercieron algún tipo de influencia para que se disfrute hoy de esta explosión de venta, poco importa para quienes producen pero mucho cuenta para repensar las “desescaladas” o las reaperturas paulatinas de actividades y pasos fronterizos. Mientras tanto, el dólar más caro y el cepo hacen su trabajo para que los misioneros “ahorren en ladrillos”… o tal vez, los viajes prohibidos se transformaron en una piecita más o un quincho en el patio de atrás.
Como fuera…la primavera para el sector llegó en mayo, se afianza en septiembre y vislumbran un verano de posibilidades.