A partir de la producción de huevos para consumo, se pueden alcanzar dos objetivos claramente definidos: llegar a la población con un alimento necesario y que esa actividad pueda ser rentable.
“Yo arranqué con mil trescientas gallinas junto a un socio. Trabajamos dos años y medio y nos dividimos, y ahora estoy con casi quinientas y la verdad que no doy abasto, se vende todo”, comentó a Norte Rural desde su predio ubicado en el paraje El Caburé, entre Villa Angela y Mesón de Fierro, Adolfo Antonio Mária,
En la zona rural de la pequeña población de Venados Grandes, que depende administrativamente de Santa Sylvina, Leonel Graff, un joven productor agropecuario que junto a su familia resolvieron incursionar en la obtención de energía alternativa.
Leonel, puede decir con plena convicción de acuerdo a su experiencia, que es posible utilizar los desechos, en este caso de un criadero de cerdos, para generar energía alternativa.
Tan es así que, desde que puso en funcionamiento su biodigestor, no compra más gas en garrafa y está pronto a instalar un generador para usar energía eléctrica para iluminar la vivienda y sus instalaciones, y utilizar inclusive para el encendido de su equipo de aire acondicionado.
El Directorio del BCRA decidió ampliar la línea de «Financiación de proyectos de inversión» con tasa bonificada de 30% a todas las empresas, sin importar su dimensión, que realicen inversiones destinadas a incrementar la capacidad productiva de carnes de pollo y/o cerdo.
«La línea puede ser destinada ahora, sin importar el tamaño de la empresa, a aumentar la oferta de carnes aviar y porcina, consideradas sustitutivas de la carne vacuna. Estos sectores tienen un margen potencial para incrementar su producción y contribuir tanto a la diversificación de la canasta de consumo cárnica como al incremento de las exportaciones netas», se informó desde el banco.
«La producción de carnes intensivas, como la de cerdo y pollo, resultan estratégicas para el agregado de valor en territorio, transformando nuestros granos en carnes y el desarrollo federal mediante la generación de empleo privado de calidad», enfatizó el Subsecretario de Ganadería y Producción Animal, José María Romero.
Vale destacar que el consumo de pollo se incrementó durante los últimos 20 años, pasando de 26,6 kg/capita/año (2000) a 41.4 kg/capita/año (2010) y 46 kg/capita/año (2020), como consecuencia del consumo sostenido en el mercado local, que aprovecha el acceso a una proteína de alta calidad con un precio muy accesible.
La misma se ha convertido en un componente fundamental en la canasta de carnes de los argentinos, con un consumo muy cercano al de la carne bovina.
En cuanto al sector porcino, según datos de la Dirección de Porcinos, Aves y Animales de Granja de la cartera agropecuaria nacional, la balanza comercial porcina volvió a ser positiva en el 2020, tanto en volumen como monetariamente. El superávit comercial fue de US$ 4,03 millones, mientras que en el 2019 había dado un déficit comercial de US$ 47,3 millones.
Asimismo, las exportaciones porcinas alcanzaron el año pasado los US$ 62,12 millones, lo que representa un aumento del 74% respecto al 2019. En cambio, las importaciones cayeron un 30% hasta los US$ 58,09 millones.
En volumen, el país exportó 34.704 toneladas peso producto, un aumento del 65% con respecto al 2019, mientras que el volumen de las importaciones fue de 20.142 toneladas (-6%).
“Ambas carnes resultan los ejes centrales para el cambio de nuestra matriz agroproductiva y agroexportadora para un desarrollo federal, inclusivo y con mayores oportunidades”, detalló Romero.