La megaobra tendrá 950 metros de longitud y 17,4 metros de ancho, con dos carriles para vehículos, banquinas, ciclovía, senda peatonal e iluminación LED. El diseño apunta a soportar un alto flujo de tránsito internacional y ofrecer condiciones modernas de seguridad y movilidad.
La inversión supera los 214 millones de reales y estará a cargo de un consorcio brasileño bajo un esquema de contratación integrada, que incluye licencias, expropiaciones y las obras de acceso necesarias para la puesta en marcha del nuevo corredor fronterizo.
Los trabajos comenzarían a mediados de 2026 y se extenderían entre cuatro y cinco años, por lo que la inauguración podría darse hacia 2030. La obra es considerada estratégica dentro del Corredor Bioceánico, pensado para conectar el Atlántico con el Pacífico a través de Brasil, Argentina, Paraguay y Chile.
Además del impacto logístico, el puente abre oportunidades para atraer inversión privada, dinamizar el comercio y generar empleo directo durante la construcción. También se espera que fortalezca la integración productiva entre Misiones, Rio Grande do Sul y los mercados vecinos.
Para una zona históricamente dependiente de pasos precarios o ferris sobre el río, esta infraestructura representa un salto de competitividad y un nuevo capítulo en la integración económica regional.