La falta de este ingreso para los productores algodoneros, además de afectar su rentabilidad que atenta con la posibilidad de seguir sembrando, se verá reflejado directamente en la economía de las localidades afectando gravemente el comercio y los servicios de estas.
De acuerdo con el comportamiento del clima durante el resto del mes de marzo y abril, esta situación podrá mejorar o empeorar todavía más. El resto de la actividad agrícola y ganadera también sufre la misma situación lo que profundiza la gravedad de la misma.
Por todo lo expuesto, AAPA instó a los gobiernos provinciales y nacionales a que arbitren las medidas necesarias para paliar la profunda crisis que se avecina en el corto plazo.
La campaña algodonera 2022/23 arrancó con muy escasas precipitaciones y muy desparejas en las distintas zonas lo que hizo que se fuera sembrando muy justo de humedad para aprovechar la fecha de siembra normal del cultivo.
De esta manera se fue completando la superficie total con un primer pulso de siembra a fines de octubre que atravesaron bajones fuertes de temperatura y hasta heladas tardías en algunas zonas al sur, luego se fueron dando pequeños golpes de siembra a mediados de noviembre y algo más a finales del mismo mes para finalizar avanzado diciembre y hasta enero con un porcentaje importante de la superficie total.
Con algunas escasas excepciones podemos decir que toda la siembra temprana es la que peor llega al final del ciclo, lo de fin de noviembre también se encuentra muy por debajo de lo normal y la siembra más tardía, dependiendo de las zonas, todavía tiene algo más de potencial en caso de acompañar las lluvias el resto de marzo.
En cuanto a la superficie total reportada en los distintos informes publicados, esta Asociación opina que las hectáreas no solo son menos, sino que además hay un porcentaje que se perdió por falta de lluvias y dependiendo de las zonas, algunas pasaron a resembrar con otro cultivo.
Esta estimación realizada en base a información directa de productores y chequeada con algunos actores del resto de la cadena arrojaría, a hoy, una merma de un 33% de fibra producida, es decir un faltante de alrededor de 100.000 toneladas, lo que impactaría directamente en la situación económica de las localidades del interior de las provincias algodoneras, además de poner en riesgo la continuidad de la actividad de muchos productores que vienen sufriendo tres años consecutivos de sequía sumados a otros problemas ya conocidos como son la presencia de picudo del algodonero y las derivas de productos herbicidas hormonales que limitan la producción cada año.