Simons fue enfático al describir el momento que viven los supermercados regionales: “Hemos sacrificado rentabilidad durante mucho tiempo. Si bien en 2024 hubo cierta recuperación, me propuse no seguir resignando márgenes. Hasta acá llegamos”, afirmó.
Desde su visión, la sensación generalizada de pérdida de poder adquisitivo no se explica exclusivamente por la inflación, sino por la falta de actualización de los ingresos reales. “No se trata solo de que los precios hayan subido. Lo que ocurre es que los salarios quedaron en niveles muy bajos. ¿De qué sirve que la inflación se desacelere si los ingresos no se ajustan a los nuevos valores?”, cuestionó.
Competencia desleal y presión fiscal
Simons también hizo referencia a las distorsiones del mercado laboral que afectan la competitividad del sector formal. Según explicó, los supermercados de cercanía y cadenas regionales han ganado participación frente a los grandes mayoristas, pero el problema de la informalidad continúa siendo un obstáculo central.
“Hoy, el costo laboral por empleado ronda los 442.000 pesos mensuales en concepto de aportes. Para un comercio que emplea a siete personas, se necesita generar más de siete millones solo para cubrir salarios. Resulta inviable competir en estas condiciones frente a comercios que operan en la informalidad”, sostuvo.
Un llamado a la eficiencia y la adaptación
Frente a este escenario, Simons fue categórico al señalar que la única alternativa para los comerciantes es adaptarse. “Si este Gobierno o el próximo mantiene este nivel de inflación, los empresarios del sector deberán reinventarse para sobrevivir. O sos eficiente, o competís con inteligencia, o buscás nuevas formas de mantenerte en pie. De lo contrario, te fundís”, sentenció.